ARQUITECTURA EMOCIONAL. CIUDAD EN PROCESO
Una selección aleatoria de imágenes de un archivo rigurosamente ordenado nos remite a un proceso de diseño basado en el diálogo con nuestros clientes. Ellos tienen un proyecto en el que nos implicamos sin prejuicios, dispuestos a escuchar, interpretar y transformar los retazos de conversación en decisiones de diseño que van tejiendo conceptos, lenguajes y sistemas constructivos que buscan permanentemente un equilibrio que durará hasta enfrentarnos a la siguiente pregunta. La palabra y los garabatos en las reuniones, los emails durante los viajes, los whatsapps en cualquier momento, las referencias compartidas de lo que nos sorprende o nos repele, los conocimientos prestados por expertos y operarios… logran sacar adelante la construcción de la torre de babel en la que se hablan muchas lenguas que corresponde al arquitecto traducir en material de proyecto. Se trata de construir un interior alojado en el vientre de un noble edificio que contendrá una colección de arte con un ambicioso programa educativo. Las huellas del programa en la ciudad son muy leves pero una vez inmersos en los recorridos intersticiales del espacio, la cultura urbana, la cultura material y la cultura técnica laten con la evidencia de los hallazgos en el laboratorio. El contenido experimental de los ensayos y las sucesivas correcciones discurren en paralelo con la construcción de un pensamiento crítico que habitualmente permanece oculto a los ojos del público que ignora el complejo entramado que transforma las ideas en arquitectura lista para ser consumida con la naturalidad de algo surgido de la nada.
ARQUITECTURA EMOCIONAL. CIUDAD EN PROCESO
Una selección aleatoria de imágenes de un archivo rigurosamente ordenado nos remite a un proceso de diseño basado en el diálogo con nuestros clientes. Ellos tienen un proyecto en el que nos implicamos sin prejuicios, dispuestos a escuchar, interpretar y transformar los retazos de conversación en decisiones de diseño que van tejiendo conceptos, lenguajes y sistemas constructivos que buscan permanentemente un equilibrio que durará hasta enfrentarnos a la siguiente pregunta. La palabra y los garabatos en las reuniones, los emails durante los viajes, los whatsapps en cualquier momento, las referencias compartidas de lo que nos sorprende o nos repele, los conocimientos prestados por expertos y operarios… logran sacar adelante la construcción de la torre de babel en la que se hablan muchas lenguas que corresponde al arquitecto traducir en material de proyecto. Se trata de construir un interior alojado en el vientre de un noble edificio que contendrá una colección de arte con un ambicioso programa educativo. Las huellas del programa en la ciudad son muy leves pero una vez inmersos en los recorridos intersticiales del espacio, la cultura urbana, la cultura material y la cultura técnica laten con la evidencia de los hallazgos en el laboratorio. El contenido experimental de los ensayos y las sucesivas correcciones discurren en paralelo con la construcción de un pensamiento crítico que habitualmente permanece oculto a los ojos del público que ignora el complejo entramado que transforma las ideas en arquitectura lista para ser consumida con la naturalidad de algo surgido de la nada.