Áreas Públicas del Museo MALBA
La primera condición que MALBA debe atender es la de ser inclusivo, receptivo, y amigable frente a una ciudadanía que no quiere saber de barreras ni elitismos. La ciudad debe entrar en el museo y con ella, las personas que deben encontrar allí un entorno que les resulte familiar, que entiendan que ha sido pensado para ellos; que el arte contemporáneo en definitiva no es otra cosa que la expresión creativa de unas personas que tienen las mismas preocupaciones que los ciudadanos. En este diálogo entre los visitantes y el arte juegan un papel crucial los momentos de contacto con el edificio: cruzar el umbral, comprar un boleto, dejar un abrigo en el guardarropa, recibir información o tomar algo en su cafetería informal. Para ello, recurrimos a un conjunto de materiales muy cotidianos, próximos a la estética industrial o al bricolaje, para manipularlos con sencillas operaciones de ensamblaje que trasladan el mensaje de que lo podría haber construido uno mismo. El proyecto unifica todas las actividades previas o posteriores a la visita a las salas de exposición en un único espacio diáfano, con un suelo continuo que recuerda el hormigón de las aceras, sobre el que se distribuyen una serie de pequeñas construcciones en madera, perfilerías de acero y aluminio y poco más.
Áreas Públicas del Museo MALBA
La primera condición que MALBA debe atender es la de ser inclusivo, receptivo, y amigable frente a una ciudadanía que no quiere saber de barreras ni elitismos. La ciudad debe entrar en el museo y con ella, las personas que deben encontrar allí un entorno que les resulte familiar, que entiendan que ha sido pensado para ellos; que el arte contemporáneo en definitiva no es otra cosa que la expresión creativa de unas personas que tienen las mismas preocupaciones que los ciudadanos. En este diálogo entre los visitantes y el arte juegan un papel crucial los momentos de contacto con el edificio: cruzar el umbral, comprar un boleto, dejar un abrigo en el guardarropa, recibir información o tomar algo en su cafetería informal. Para ello, recurrimos a un conjunto de materiales muy cotidianos, próximos a la estética industrial o al bricolaje, para manipularlos con sencillas operaciones de ensamblaje que trasladan el mensaje de que lo podría haber construido uno mismo. El proyecto unifica todas las actividades previas o posteriores a la visita a las salas de exposición en un único espacio diáfano, con un suelo continuo que recuerda el hormigón de las aceras, sobre el que se distribuyen una serie de pequeñas construcciones en madera, perfilerías de acero y aluminio y poco más.